Perdonen si les cuento necedades,
ni siquiera sé si es pertinente
pero a veces me salen las verdades,
después de mil ciudades,
tras de mi mala suerte.
Yo soy la causa de mis males,
mi profeta y mi juez irreverente,
jugador de pasillos y portales,
impar entre los pares,
perdido entre la gente.
Soy de los de deseos pecaminales,
como los buenos creyentes,
me quedo con las noches infernales
de pecados capitales
y de cuerpos candentes.
Huyo de las mentiras piadosas,
en esto voy en contra del Sabina,
que la verdad, aunque dolorosa,
según para qué cosas,
es buena medicina.
A veces soy espina, a veces rosa,
si la vida se vende en las esquinas
y me duele verla indecorosa,
le dejo cinco mil para sus cosas
y mil para aspirinas.
sábado, 3 de abril de 2010
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