No tengo por costumbre despedirme
(y créeme que entreno bien la pose)
mis ganas de vivir, por no morirme
nada tienen que ver con los adioses.
Me apunto en el debe tu osadía
de marcharte bien lejos sin marcharte
por dejar nuestro pan de cada día
condenado al deber de no añorarte.
No te lleves lo poco que te he dado
nada puedo ofrecerte en tu camino
el maestro del dios equivocado
siempre yerra en asuntos del destino.
Cuídate el alma, el buen humor y la sonrisa
los golpes de amor, los mediodías
que los recuerdos acaben con tu prisa
que estos ayeres te traigan nuevos días.
Llámame aunque no me necesites
si te hierve el corazón en la rutina
ganaré cada rato que me quites
de mi dieta de caldo de oficina.
Llévate besosmiles de Cilleros
y millones de abrazos desgastados
muchas gracias, recuerdos de gamero
¡ay, mi Sonia, qué solo me has dejado!
jueves, 11 de marzo de 2010
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