Al fuego de los versos
divagamos presumiendo de palabras.
Junto al mar todo es eterno
sólo importa lo que murmulla el agua.
El mar se contonea
como el sabio que posee la verdad
mientras el tiempo se deshace con nosotros
en el bello juego de soñar.
En el rincón de los deseos
la luna se desnuda de su alma
y se mira muy coqueta en el espejo de una noche
que parece que no acaba.
El viento se ha parado
como un loco ya cansado de mirar,
suena un beso y va a juntarse con los otros
en la roca donde se parte el mar.
Quédate, suave, entre el deseo y el mar,
que las olas se harán cargo de tu ropa.
Prefiero este desierto a la ciudad,
el húmedo desierto de tu mar, el cálido regalo de tu boca.
jueves, 24 de junio de 2010
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