Cualquier día,
entre este Tú de largos años
y mi Yo ya desgastado,
romperá a llorar nuestro destino,
estallarán en pedazos los recuerdos.
Los besos desclavados de los pechos
no aguantarán el peso de las horas,
no habrá madrugadas de desvelos,
ni domingos aburridos al borde de los lunes.
Cualquier día
amaneceremos pobres de silencios
para gritarnos lo nada que nos fuimos;
estará la casa donde siempre estuvo,
aguardando a sus dos desconocidos
cobijando el deshielo de la cama.
Agotados de luchas sin cuarteles
desmontaremos la trinchera del pasillo
y tocarán a muerto las campanas de cada amanecer.
Cualquier día,
moriremos del hambre del orgullo
porque no dije nada y nada dijiste
hartos de pan y de mordernos
nos hastiará el deseo y la rutina
mudaremos la piel de los intentos
y no habrá camino más largo que escapar,
no hay quien vaya a la luz cuando estás ciego
ni nada que dar, cuando nada hay que perder.
martes, 9 de febrero de 2010
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