Te invito a acompañarme en este loco viaje
de múltiples caminos y veredas
te invito a que elijas equipaje
a que pierdas y a que tomes cuanto quieras.
Te invito a dejarte llevar al abrazo cotidiano
y a rendirte a los besos sin condiciones
a la falta de pan hasta saciarnos
a susurrarme al oído tus canciones.
Te invito a sembrar un árbol junto al mío
a escribirte cien libros en la espalda
a la cama con dos pies muertos de frío
a que sepas lo mucho que me faltas.
Te invito a que inventemos los problemas
y a atrincherarnos detrás de la almohada
a pasear aunque no sea primavera
a una cuna por velar de madrugada.
Te invito a un te quiero sin comas ni comillas
a conquistar el cuerpo imperfecto
a las lágrimas al pie de la mesilla
a los regalos que llegan a destiempo.
Te invito a los mensajes de amor en la nevera
a los niños pintando en el pasillo
a que calles por los codos cuanto quieras
a jugar a aburrirnos los domingos.
Te invito al total de las noches que me faltan
y a cada uno del resto de mis días
a que pierdas las llaves de la casa
las navidades en tu casa o en la mía.
Te invito al pacto de todos los pecados
y a todos los silencios de después
a que lleguemos a viejos despistados
a que ganemos lo que haya que perder.
Te invito a hacernos las heridas de mentira
a solear la ropa en el balcón
a jugarnos el honor en la cocina
a sacarme a bailar en el salón.
Te invito a hacerle carantoñas al espejo
a cumplir kilos con los años
a despertarnos los lunes sin reflejos
a que ocupes los peines de mi baño.
Y, al fin,
te invito a invitarme a tu boda
a ser feliz una vez por segundo malgastado
al incivil cáliz de dos bocas
te invito a quedarte a mi lado.
domingo, 21 de febrero de 2010
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