¡Que no, que no soy poeta!
Juntador de palabras de otros, sí...,
poeta no.
El verbo me huye atemorizado
como las fugaces tardes de invierno.
No invento, me duermo
en los recuerdos y los pinto
y los uno.
No. Poeta no.
Pariente lejano, quizá, de algún verso
que no acerté a olvidar,
aterido regazo donde el niño posa
su cuento de niñez infinita.
No. Poeta no.
El poeta derrama vida en la palabra.
Yo, absurdo mortal,
pierdo un haz de vida cada día
y dejo escapar volando mis palabras.
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